miércoles, 18 de febrero de 2009

Cotidianas o ”Dos teorías en torno de un vaso de agua posado sobre una mesa una tarde calurosa de un domingo de febrero”

Lucía sostiene una visión que denomina “cierta”, mientras que Octavio se inclina por concepciones que denomina “físicas”. Ambas, a mi criterio, son igualmente respetables, aunque Octavio no opina lo mismo y su rostro no oculta un fondo de desdén con esencia de furia, una pizca. Lo cierto es que la visión “cierta”, de Lucía, propone que la gradual aparición de burbujitas en las paredes del vaso con agua son la resulta obvia de la atracción y chupado de “malas ondas y energías negativas, estreses y leches agrias” (sic) que abundan en el universo. Aclara que tal fenómeno es inevitable en todo espacio en el que habiten seres humanos, aunque advierte que la actitud de Octavio, que cataloga de un “tanto soberbia y braguetirrostra” (sic), ayuda al pronto cuajado de globitos que se agitan temblorosos en las paredes del vaso, creciendo para desprenderse en una caída “contragravitacional” (sic) y perderse en el éter. Octavio propone una teoría un tanto crédula aunque apasionante: en realidad las burbujas no procederían de los ánimos ni del exterior siquiera, si no que serían gases, fundamentalmente el “ubicuo oxígeno” (sic), que estarían disueltos en forma invisible en el líquido y que con el correr del tiempo y la colaboración de la temperatura irían coaligándose y juntándose hasta hacerse visibles y luego se abrazarían, se despedirían sin solemnidades ni grandilocuencia (no sic) y se desprenderían camino al éter también y bueno, a partir de este punto no hay diferencia; ver teoría “cierta”. Al no lograr conciliar el consenso, me piden que intervenga a modo de árbitro. Me excuso escudándome en mi rol de “escriba neutral” (sic). “Tanto mejor” (sic), me dicen. Entonces digo, “a mi me convence mucho mas pero mucho mas y me parece estar claramente mas buena la teoría de Lucía” (sic). A lo que Lucía sonríe breve y levemente, como para no gozar a su oponente, mostrando que además de sabia es magnánima. Esto parece importarle un carajo (sic) a Octavio, quien procede a tomar el vaso lleno de agua y oscuras energías y estrolarlo contra la pared sin miramientos respecto de la salud anímica de Lucía y de quien esto escribe, que se ven expuestos a una expansiva fuga de pésima onda y mojados humores perros.

2 comentarios:

  1. Qué bueno Nanolefou. Aunque yo tengo un teoría de por qué, como arbitro, preferiste la opción de Lucía y no la de Octavio :-)
    Otro beso.

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Piedad